Hacia la segovianía en torno a la danza y el baile tradicionales

El pasado lunes, 20 de agosto, se celebraron en Tabanera del Monte las jornadas de las Aulas itinerantes de Baile y Danza Tradicional, organizadas por la Diputación de Segovia. Desde La Caldera, deseamos un largo recorrido a este proyecto pionero en la provincia debido a la necesidad de formación existente y a la oportunidad que supone para el debate sereno y tranquilo sobre distintos aspectos.



Tras las intervenciones matutinas de Fuencisla Álvarez Collado y la coordinadora de este proyecto Esther Maganto, por la tarde llegó el turno de Víctor Sanz. Nuestro compañero, natural de Caballar y etnomusicólogo por las Universidades Complutense de Madrid, Salamanca y Valladolid, realizó una presentación titulada "Hacia una segovianía para el siglo XXI en torno al baile y a la danza tradicionales: fuentes para su estudio y propuesta de trabajo".

El inicio de la conferencia prometía. La primera fotografía, de la danza encadenada del "Enzaramao" de Valleruela de Pedraza, dejaba clara una primera declaración de intenciones. Se habló de folklore y de tradición, y surgió una pequeña lluvia de ideas que fijó el hilo conductor del encuentro: el folklore como conocimiento del pueblo, y la memoria y la creación colectivas de esa comunidad social fundamentales y únicas valedoras para el devenir de ese conjunto de expresiones culturales que representan una identidad para aquellos que las viven.


Durante su intervención, Sanz destacó la copia que varios "grupos de danzas" hacen a día de hoy de los modelos que fijó en los años 40 la Sección Femenina. Estas prácticas supusieron una ruptura con la coreútica popular conservada en las sociedades rurales. Propuso, con criterios científicos, cambiar las denominaciones tan comunes como "grupos de jotas" o "grupos de danzas". Para los intérpretes de danza ritual tradicional que se conservan en los pueblos, salieron a la luz los términos antiguos de DANZA y DANZANTES; también COMPARSA DE DANZANTES, CUADRILLA DE DANZANTES O GRUPO DE DANZANTES; todas ellas más fieles a la tradición popular que cualquier otra. Para los colectivos de baile tradicional (en Segovia todavía no hay ningún colectivo que trabaje con una visión completa en torno a coreografía, música e indumentaria), recomendó denominaciones como GRUPO DE BAILE, BAILADORES o EL BAILE. 

Sanz insistió en el cuidado de palos, castañuelas y pitos; y apostó por la realización de reproducciones de modelos locales antiguos para su uso frente a los tipos estandarizados que nos llegan. Ofreció varios modelos, algunos de ellos cedidos por María Eugenia Santos de Pinarnegrillo y que estuvieron expuestos frente al público. También se apuntó la convenencia de volver a revalorizar el canto tradicional acompañado de pequeñas percusiones. Se consideró la utilización de instrumentos como dulzainas afinadas en otros temperamentos, atabales y cajas de latón con parches de cuero... con el fin de buscar una aproximación al repertorio más genuinamente segoviano tanto en lo sonoro como en lo estético, tales como las jotas antiguas que nos quedan del repertorio de Tocino o la recopilada por Agapito Marazuela, e incluso salidas al toro, etc.

Para las fuentes musicales y coreográficas, propuso la realización de trabajo de campo: entrevistas para conocer qué, cuándo, cómo, dónde y por qué se danzaba o bailaba, y realizar grabaciones audiovisuales de músicas, de modelos de danza y baile... a la gente más mayor y que conserva la esencia de una interpretación tradicional. Como segunda alternativa, propuso para el repertorio musical utilizar fuentes como, por ejemplo, el Cancionero de Agapito, Repertorio Segoviano para Dulzaina, Las Danzas de Palos en las provincias de Segovia, las publicaciones locales de Armuña, Veganzones y Cabezuela sobre danza ritual, el Cancionero de Mariano Contreras o las colecciones online existentes en la página web del Instituto de la Cultura Tradicional Segoviana o culturalequity.org, entre otras muchas. Como ejemplo de estudio y revisión de las fuentes, Sanz interpretó junto con Diego de la Matilla y Samuel de San Pedro de Gaíllos una jota recopilada por Marciano Cuesta Polo.



El siguiente epígrafe le ocuparon los géneros de baile y danza tradicional. Hizo especial hincapié en su cuidado y presentación, ejemplificando esa atención en los bailes de juego, las recreaciones que se realizan de momentos tan importantes en la sociedad rural como la boda y el maltratado, casi desaparecido, BAILE DE RUEDA. Sanz ofreció descripciones de principios del siglo XX y documentación audiovisual en los que se puede observar cómo se disponía el baile y cómo se ejecutaba, con entradas de baile, fandangos, corridos, seguidillas, jotas... También llamó la atención de la necesaria conservación en el repertorio de danza ritual, reducido en muchos casos a los paloteos. Mudanzas, danzas, entradillas, pasacalles de danzantes, tejidos de cintas, castillos, arcos, cruces... son igual de valiosos y requieren atención prioritaria para que la danza adquiera una dimensión de mayor presencia y empaque. En este punto se puso de ejemplo a los danzantes de Fuentepelayo.

Por último, Sanz habló de la importancia de vestirse, de peinarse... a la antigua revisando arcas y señaló el reduccionismo negativo que en indumentaria tradicional ha existido. Como fuentes, citó las publicaciones que Carlos Porro y Esther Maganto han realizado en este campo. Y mostró un ejemplo a seguir en Segovia para apostar por esa segovianía vinculada a la tradición popular: los estudios y manifestaciones que realiza la agrupación "Corrobla de Bailes Tradicionales".

Aunque el debate surgió a mitad de la conferencia sobre el uso, conveniente o no, de castañuelas tradicionales, al final hubo tiempo para otro periodo de reflexión. 

Tras la exposición de Víctor Sanz, llegó el turno de los danzantes de Turégano. María Aragón, nieta del maestro de danzas Gonzalo Rodríguez, expuso cómo ha vivido la danza en su familia, cómo empezó a danzar... Durante su discurso, Aragón resaltó la importancia de la tradición oral heredada de su abuelo y de Alfonso Domingo, también maestro de danzas. A continuación, los ocho danzantes ejecutaron los distintos gestos técnicos de sus piezas y echaron buena parte de su repertorio.

Como colofón final, y a petición de los allí congregados, se cerró la jornada con una jota y un baile corrido de rueda a la manera tradicional, encabezado por los investigadores y músicos María Eugenia Santos y Pablo Zamarrón.



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